Este tópico literario hace referencia a la felicidad que conlleva la vida tranquila o en su punto medio. La RAE lo define como el “estado de quien vive satisfecho con su relativo bienestar, sin envidia ni codicia”. No siempre es lo mejor para uno estar en una situación de éxito, de poder o ser el centro de atención. Este tópico, por tanto, recuerda al lector que a veces ese dorado término medio compensa porque implica equilibrio y calma. Con esto, quería aprovechar para dedicar una pequeña entrada a este concepto literario y filosófico que está empezando a calar en la sociedad, quizás, la clave para conservar una buena salud mental.
Hace unas semanas leí una carta al director que acabó siendo viral. Una madre explicaba que su hija anhelaba ser segundo violín y destacaba el valor de alcanzar el éxito sintiéndose bien con una misma, lejos de los focos, sin levantar la voz, alejándose del protagonismo. Al instante, las redes sociales se hicieron eco y surgieron nuevos debates sobre el éxito, la felicidad y la ansiedad.
¿Por qué hemos tardado tanto en valorar el trabajo discreto? ¿Nos hemos cansado ya de los aplausos y las apariencias? ¿Qué decían los primeros poetas sobre este tópico? Esta expresión tiene su origen en las odas de Horacio:
Auream quisquis mediocritatem / diligit, tutus caret obsoleti / sordibus tecti, caret invidenda / sobrius aula.
El que se contenta con su dorada medianía vive protegido, libre de los peligros de un techo inseguro / y con sobriedad, libre de una mansión envidiada.
Bien, yo voy más allá de la envidia y la codicia. Me fascina este tópico porque nos recuerda lo que hicimos anteriormente para llegar a este punto medio, todo lo que vivimos nos ayuda a valorar infinitamente este presente y eso nos aporta tranquilidad, equilibrio. Creo que es un tópico muy suculento para trabajar en las aulas y relacionarlo con otras materias como Cultura y Valores Éticos, Filosofía, incluso en la asignatura de Historia. Quizás es difícil que los adolescentes lleguen a valorarlo y exprimirlo como merece, pues ellos todavía están en plena ebullición de emociones, pero conviene que tengan referencias reales que les aporten esa calma en un mundo donde parece que prima la exposición.
Como decía Carl Jung: “Si eres una persona con talento, no significa que ya hayas recibido algo. Quiere decir que puedes dar algo”. Y ahí está la clave, no necesitamos atesorar méritos ni pasar por encima de nadie para demostrar nuestro talento. La mayor virtud es saber trasladar esos conocimientos y sumar en la vida de los demás.