Se retira el corredor que hace lo imposible en el momento menos pensado. Si no gana él, ya se encarga de que los espectadores no duerman la siesta. «Porque me gusta romper el guion», dice. Su seña de identidad: la alegría escalando y ese pedaleo fácil con el que balancea su bici. Siete ‘Grandes Vueltas’ en lo más alto le han convertido en el reclamo de diferentes generaciones que volvieron a creer en el ciclismo épico gracias a sus ataques lejanos. Y aunque ha rozado el cielo dando pedales, también sabe echar pie a tierra si así se lo pide un aficionado para fotografiarse con él entrenando. Alberto Contador, un espectáculo de ciclista que después de la Vuelta a España ‘desconectará’.

La hemeroteca de exhibiciones que ha creado ‘El Pistolero’ podría visualizarse dentro de cien años y seguiría levantando del sofá a los aficionados. En nuestra memoria quedará la antepenúltima etapa del Tour 2011 y su ataque en el Télégraphe, el de Fuente Dé que le permitió escalar a lo más alto de la general (Vuelta 2012), el pinchazo en el descenso del Aprica y su histórica remontada en el Mortirolo (Giro 2015), también lo probó en este último Tour en la Croix de Fer, a 125 km de meta, entre muchos otros que merecerían una entrada aparte. Aunque el que mejor recuerdo de todos es el ataque de Formigal. Guardo mil detalles de esa etapa, pero el rostro de Contador cuando periodistas y aficionados le dieron las gracias lo tengo grabado en la mente. Su valentía y descaro pusieron la Vuelta 2016 ‘patas arriba’.

Tres anécdotas
1- El de Pinto también dejará huella en el ciclismo por su cercanía con los aficionados. Los valencianos tenemos la suerte de compartir ruta con él cuando viene a entrenar por Oronet, Garbí, Pico del Águila o Eslida en invierno. Mientras algunos nos retorcemos tratando de subir a duras penas la Frontera, este buen hombre, simplemente, entra en calor. «A mí me encanta para hacer series, voy ahí para preparar las primeras subidas de la temporada». Repito: para hacer series. Y desde aquí mando un tierno abrazo a mis vecinos cicloturistas que han sufrido sus rampas del 22%.
2- Su forma de pedalear le delata por muy abrigado que vaya. Es inconfundible. No todos los días se ve a Alberto Contador subiendo el Oronet, así que los ciclistas de la zona se desviven por estrecharle la mano o saludarle con ese gesto tan peculiar de los valencianos. «Cuando vengo por aquí me toca saludar con el cuello medio torcido y levantado, ¡todos saludáis así!». Por supuesto, acompañado de un «au» o «alee», porque así saludamos los valencianos.
3- Cuando el madrileño se dispone a pedir el almuerzo -se gira medio bar-, espera ordenadamente su turno aunque algunos le pidan que pase, «no te vayas a enfriar». Esa misma paciencia la muestra con las fotos y los fans. Capaz de levantarse cinco veces de la mesa mientras toma su café acompañado de dos tostadas -y no más- con aceite. Y claro, él igual no se enfría, pero el café…, seguro.
El próximo 19 de agosto iniciará su última carrera como profesional. La Vuelta a España será la encargada de poner la alfombra roja para despedir al corredor madrileño, sin duda, el protagonista de esta edición. En sus piernas está escrito el final de este guion.

Foto de portada: Ciclismo a Fondo (Vuelta a España 2014, etapa 20)